La playa era un impresionante oasis de palmeras, pero carecía de comodidades como tumbonas, sombrillas y un bar. Sin embargo, la falta de estas cosas permitió un ambiente tranquilo y relajante, con solo el sonido de las olas y la sombra de las palmeras. Incluso tuvimos la suerte de encontrarnos con un cachorro amigable durante nuestra estancia. Desafortunadamente, la playa estaba llena de botellas de plástico, paquetes de supervivencia y zapatos perdidos, y pasamos bastante tiempo limpiándola con la ayuda de nuestros hijos. Recogimos alrededor de 20 bolsas de basura, pero todavía queda mucho por hacer, especialmente en cuanto a las latas. Es una lástima que el ayuntamiento local no esté haciendo más para mantener este hermoso lugar limpio.