Mi pareja y yo nos embarcamos en una encantadora aventura al rentar una pequeña embarcación privada y explorar las áreas circundantes. Una de nuestras paradas fue la impresionante playa de Atwayan, la cual era una vista para contemplar. La arena blanca y suave, las aguas prístinas y las encantadoras cabañas de bambú proporcionaban el ambiente perfecto para relajarnos, descansar e indulgirnos con la deliciosa comida que habíamos preparado previamente en el Mercado de la Ciudad de Coron. Aunque también se pueden adquirir bocadillos y refrescante agua de coco de los vendedores en la playa.
El agua era tentadora y rebosante de vibrante vida marina, pero optamos por pasar nuestro tiempo descansando en la orilla, saboreando nuestra comida y manteniendo conversaciones significativas. Nuestro tiempo en la playa de Atwayan se volvió aún más memorable con la aparición de un cachorro desaliñado pero adorable al que cariñosamente llamamos Frank. A pesar de su apariencia desaliñada y sus garrapatas, no pudimos resistirnos a darle de comer algo de nuestro pescado sobrante.
Recomiendo encarecidamente visitar esta pintoresca playa, aunque puede llenarse de turistas ya que es una zona pequeña.