Nos topamos inesperadamente con este tesoro escondido mientras buscábamos refugio de los fuertes vientos durante nuestro viaje en velero.
A pesar de su proximidad a destinos populares, esta playa sigue sin ser descubierta y no está tan concurrida. El personal amable y servicial hace que valga la pena alojarse y disfrutar de una deliciosa cena.
La (señora) chef visitó amablemente nuestra mesa y compartió historias (y recetas) con nosotros.
El menú se centra principalmente en la carne, lo cual fue un cambio agradable para nosotros después de una semana comiendo pescado en nuestro barco. Las opciones de mariscos y la pita son absolutamente increíbles.
El ambiente es tan relajado que no pudimos resistirnos a quedarnos a desayunar a la mañana siguiente, ¡que resultó ser celestial!
Recomiendo mucho este lugar, ya sea que llegues por tierra o por mar.