A pesar de que la playa tenía muchas conchas y un buen estacionamiento, había margen de mejora en cuanto a la recolección de basura. Agradecimos la disponibilidad de dos baños portátiles, pero desafortunadamente, uno de ellos estaba en condiciones atroces. El agua parecía bastante turbia y, aunque nadamos durante varias horas, la experiencia se vio interrumpida por una plaga de medusas que nos dejó con dolorosas ampollas. Para empeorar las cosas, cuatro de los seis miembros de nuestro grupo experimentaron diarrea antes de siquiera llegar al hotel esa noche. Al día siguiente, tres de nosotros teníamos fiebre y problemas estomacales. Después de investigar un poco, descubrimos que la playa tenía un alto conteo de bacterias peligrosas, lo que la hacía inadecuada para nadar. Aunque finalmente vimos la señal de advertencia, estaba ubicada en un área donde no habíamos estacionado debido a nuestro remolque. También es importante señalar que no hay gasolineras en la isla, así que asegúrese de llenar el tanque antes de ir. En una nota positiva, cruzar el ferry desde el lado este de la isla fue una experiencia divertida, y el viaje solo costó un dólar para ingresar.