Al viajar a través del terreno árido de Santo Antão, instantáneamente nos llenamos de una sensación de calma y libertad al llegar a Mar Tranquilidade. Susi y Frank han creado un refugio donde podríamos alejarnos de nuestras agitadas rutinas diarias. Nuestra estancia de cuatro noches aquí ha sido realmente encantadora: despertar con los sonidos relajantes del océano, observar ballenas durante el atardecer y disfrutar de deliciosas cenas en maravillosa compañía... nuestra única decepción fue no prolongar nuestra visita. Nos aferramos a la esperanza de que algún día tendremos la oportunidad de regresar.