La playa se encontraba decentemente limpia y el agua parecía aceptable, pero no era un lugar para escribir a casa. Afortunadamente, no estaba demasiado concurrida cuando la visitamos, pero eso no significa mucho. Cabe destacar que está estrictamente prohibido que los perros pongan un pie en la arena. Había algunos lugares bajo los árboles que ofrecían algo de respiro del sol, pero eran escasos. Hay que tener en cuenta que el estacionamiento es costoso, con una tarifa de 5 kuna por hora, y solo se puede pagar con tarjeta o aplicación, no se permiten monedas. En general, logramos pasar el tiempo, pero no fue una experiencia memorable.