Un lugar donde la arena se encuentra con el mar y el sol brilla sobre nosotros, simples mortales. Es un lugar donde podemos escapar del ajetreo y el bullicio de la vida cotidiana y disfrutar de la gloria de la naturaleza. El aire salado, las olas rompiendo, las gaviotas chillando... todo es tan sereno y tranquilo.
Pero seamos realistas, la playa no siempre es sol y arco iris. La arena se acumula por todas partes, la crema solar es imprescindible (a menos que quieras parecer una langosta) y no me hagas hablar de las multitudes. Es como si todo el mundo y su madre hubieran decidido ir a la playa al mismo tiempo que tú.
A pesar de todo, la playa tiene algo mágico. Tal vez sea la forma en que las olas te llevan a un estado de relajación, o la sensación del sol sobre tu piel. Sea lo que sea, merece la pena enfrentarse a las multitudes y a la arena en bañador para vivirlo.