En nuestro segundo día en Grecia, visitamos esta playa con un grupo de cuatro personas. Pagamos por cuatro tumbonas y llevamos dos latas de cerveza de fuera. Sin embargo, nuestra experiencia dio un giro negativo cuando el gerente se acercó a nosotros con una actitud extremadamente agresiva. Sin ninguna forma de diplomacia, comenzó a gritarnos en voz alta y en público, insistiendo en que compráramos al menos tres artículos de su establecimiento o nos echarían. Hubiera sido más comprensible si el gerente, que tenía una cantidad notable de tatuajes y mostraba un comportamiento agresivo, nos hubiera explicado calmada y diplomáticamente la situación. Desafortunadamente, después de someternos a varios minutos de gritos y amenazas de desalojo, a regañadientes gastamos 50 euros (y el día anterior habíamos gastado 100 euros en un restaurante mediocre). Como resultado, decidimos explorar otras playas de la zona durante los seis días restantes de nuestro viaje. Parece que este establecimiento se beneficiaría mucho de un entrenamiento en servicio al cliente.