La playa era un lugar encantador con arena aterciopelada y tumbonas acogedoras. Llegamos allí en apenas diez minutos desde la última parada del autobús, dando un paseo relajado. Las tumbonas tenían un precio de 20 euros por dos, mientras que un refrescante frappé costaba solo 4 euros y un delicioso batido estaba disponible por 7,5 euros. El servicio era impecable, haciendo que nuestra estancia fuera aún más agradable. Sin embargo, aquellos que opten por tumbonas en las filas delanteras deben ser conscientes de que no se pueden mover mucho y ofrecen poca sombra por la tarde.
Las instalaciones incluían un bar y restaurante en la playa, duchas, pero solo un baño. El mar era un espectáculo para contemplar, con su fondo de arena y aguas cristalinas. Los anteojos de snorkel no eran necesarios, ya que podíamos ver fácilmente los peces nadando a nuestro alrededor. El día que visitamos, no había viento, lo que hizo que nuestra experiencia en la playa fuera aún más agradable.