El mar es precisamente de ese tono... ni esmeralda, ni turquesa, ni el típico azul de una piscina... no "azul daba dee daba die"... sólo un simple y sencillo azul marino. La magnificencia del mar en este lugar es indescriptible y hay que vivirla de primera mano.
Un extremo de la playa cuenta con una bonita franja de arena y algunas tumbas. El resto de la playa está prácticamente libre de tiendas, multitudes, vegetación perdida y exceso de basura, a excepción de un par de postes eléctricos y algunas chozas de láminas de amianto que parecen usarse para cambiarse después de nadar.
Durante nuestra visita, el mar estaba bastante tranquilo. Es difícil decir si era la hora del día o si siempre es así. Un aviso policial colgado en una pared muestra el número de muertes que se han producido en el mar en los últimos años, lo que da a entender la posible agitación del mar. Suaves ondas lamen suavemente tus pies antes de retirarse.
En la entrada de la playa se encuentra un faro recién pintado y arreglado. A diferencia del típico rojo y blanco, este faro está pintado de rojo y gris. Hay algunas tiendas pequeñas que venden té y aperitivos ligeros.