Ah, la playa. Un lugar donde la arena es tan negra como tu alma, las palmeras se mecen en la brisa como si te estuvieran desafiando a treparlas, y las olas se estrellan en la orilla como un solo de batería interminable. Es el lugar perfecto para vislumbrar la puesta de sol, mientras arriesgas tu vida en una moto en la arena. Y si no te sientes particularmente aventurero, siempre puedes dar un paseo tranquilo o correr con tu mejor amigo peludo. Ah, la playa. Es una relación de amor-odio, pero no podemos evitar volver por más.