¡Oh, la playa! Una verdadera aventura para aquellos que la buscan. No recomendaría llevar a un amigo en el camino, a menos que desees arriesgarte a algunos golpes y moretones. Pero para aquellos con habilidades moderadas de equitación, es un desafío que vale la pena enfrentar.
A pesar de pasar por muchos turistas, me encontré solo en la playa. Tal vez estaban intimidados por el camino por delante. Pero yo, valiente alma que soy, perseveré.
Llegar en marea baja fue una suerte, ya que pude flotar perezosamente en el agua hasta la rodilla sin preocupaciones. Ah, la serenidad del mar.