Las playas de Ixtapa son un espectáculo que hay que contemplar por su belleza y esplendor impresionantes. Los vigilantes diligentes mantienen un ojo atento en los bañistas que se aventuran en el mar, asegurando su seguridad. A pesar de la fuerte marea, la playa sigue siendo una experiencia encantadora y cautivadora. Los atardeceres son una exhibición impresionante de colores que pintan un paisaje vívido y pintoresco.
Sin embargo, el único inconveniente es la abundancia de hoteles que monopolizan ciertas áreas con sus tumbonas, aprovechándose de las instituciones gubernamentales para cobrar precios exorbitantes por el uso de las mesas.