Mi esposa y yo disfrutamos de una maravillosa tarde de domingo en esta playa. Era muy acogedora para las familias y todos parecían estar disfrutando del sol y el agua. Cuando llegamos, José nos ayudó a instalarnos en una mesa, sillas y sombrilla para que pudiéramos relajarnos y disfrutar de unos margaritas. Estaba un poco concurrido, pero eso es parte de lo que lo hace tan popular. Al final del día, esperamos en la fila durante unos 10 minutos para que apareciera un taxi por sí solo.