La playa estaba prácticamente vacía a finales de abril, con solo unos pocos pescadores pasando el día y durmiendo en los rodillos. La costa estaba compuesta por guijarros medianos y pequeños, así como por cantos rodados más grandes de lo habitual. Aunque no eran esenciales, había salientes de piedra natural que servían como muelles improvisados, lo que hacía posible entrar en el agua. Desafortunadamente, no había sombra en la bahía, por lo que cualquiera que quisiera pasar tiempo allí tendría que llevar una sombrilla de playa y usar su coche o los arbustos cercanos como área de cambio.