Decidimos visitar Sitges para alejarnos del calor sofocante y el ajetreo de Barcelona, ¡y definitivamente tomamos la decisión correcta! Mientras caminábamos por la ciudad y por la playa, tuvimos la sensación de que el lugar era frecuentado principalmente por lugareños, lo que siempre es una buena señal. El ambiente era pacífico y tranquilo.
El mar era encantador, con suaves ondas. Los salvavidas estaban de guardia en la playa y había duchas disponibles a lo largo de la costa para eliminar la arena y la sal.
El casco antiguo de Sitges era súper encantador, con pequeñas tiendas y bares encantadores. Me hizo pensar en Grecia o Portugal.