Las playas de arena no eran nada menos que impecables, una verdadera obra maestra de la naturaleza. Las aguas cristalinas lamían la orilla, invitándome a darme un chapuzón y disfrutar de los cálidos rayos del sol. Era como si la playa hubiera sido hecha a medida solo para mí, con cada detalle cuidadosamente seleccionado para crear una atmósfera serena y tranquila. Verdaderamente, una obra de arte que merece ser admirada y apreciada.