El destino vacacional por excelencia. La arena entre tus dedos de los pies, el sol en tu piel, el sonido de las olas rompiendo en la distancia. Es como el paraíso... si el paraíso estuviera lleno, caliente y lleno de niños gritando.
Pero en realidad, ¿quién necesita paz y tranquilidad cuando puedes tener una banda sonora constante de música a todo volumen y personas gritando unas sobre otras? ¿Y quién necesita espacio personal cuando puedes estar empaquetado como sardinas con extraños de todo el mundo?
Seguro, la arena llega a todas partes y las quemaduras de sol son inevitables, pero ¿no es eso parte del encanto? Y ni siquiera me hagas empezar sobre las alegrías de navegar por las aguas traicioneras de los baños públicos.
Pero bueno, al menos puedes tomar algunas fotos bonitas en Instagram y fingir que estás viviendo tu mejor vida. ¿Y no es eso lo que realmente importa?