Este pintoresco pueblito costero en Oregón fue el lugar perfecto para mi primer viaje de adultos con mi futuro esposo. Ambos habíamos viajado en familia antes, pero esto fue diferente. Nos sentimos libres de hacer lo que quisiéramos sin que nadie nos dijera que no. Y cuando descubrimos Manzanita, supimos que habíamos encontrado algo especial. La playa estaba impecable y no estaba abarrotada, las pequeñas tiendas eran encantadoras e incluso nos topamos con un festival. Fue el lugar perfecto para relajarnos y disfrutar de la compañía del otro. Nunca olvidaré los recuerdos que hicimos allí, aunque él ya no esté conmigo. Pero todavía me aseguro de visitar cada pocos años y revivir esos preciosos momentos. Gracias, Manzanita, por ser nuestro pequeño paraíso. ❤️