Durante mi infancia, la playa que ocupaba un lugar especial en mi corazón era la más cercana a mi hogar. Sus playas prístinas y aguas cristalinas eran un espectáculo digno de contemplar. Pasaba horas construyendo castillos de arena, recolectando conchas y persiguiendo las olas. La brisa salada acariciaba mi rostro, llenando mis pulmones con la frescura del mar. Era un lugar donde me sentía libre y vivo, donde podía escapar de la monotonía de la vida cotidiana. Los recuerdos que hice en esa playa serán para siempre apreciados, y espero algún día volver para revivir esos momentos de pura alegría y libertad.