La punta norte de Ilha Comprida, donde el río Ribeira de Iguape converge con el Mar Pequeno y el vasto Océano Atlántico, es un espectáculo para contemplar. Desafortunadamente, la playa alguna vez hermosa ha caído víctima de la codicia inmobiliaria, con desarrolladores construyendo imprudentemente en las delicadas dunas y exacerbando el daño causado por Valo Grande. Es una lástima que una ubicación tan impresionante haya sido empañada por las ruinas, escombros y vegetación sin vida que ahora cubren el área. Como resultado, esta playa ya no es un lugar adecuado para nadar o tomar el sol. Es un fuerte recordatorio del impacto devastador que la actividad humana puede tener en el mundo natural.