Durante el período que comprende desde finales de septiembre hasta mediados de octubre, el mar se mostraba con frecuencia turbulento, lo que dificultaba disfrutar de un baño. La presencia de rompeolas, sin embargo, tuvo efectos tanto positivos como negativos. Por un lado, estos proporcionaron un hogar para diversos tipos de moluscos, lo que a su vez atrajo a una gran cantidad de cangrejos. Observar a estas criaturas resultaba una experiencia fascinante y también era posible tomar el sol o bucear desde los rompeolas. Por otro lado, los rompeolas crearon bolsas que acumulaban arena y desechos, lo que hacía que el agua pareciera sucia. Además, el estado de los propios rompeolas era bastante deficiente. Afortunadamente, las condiciones del mar agitado solo se prolongaron durante unos pocos días. Más allá de la playa, había un sector privado de casas de huéspedes y hoteles cerca de la carretera, que en su mayoría eran propiedad de individuos poco recomendables. Sin embargo, la playa en sí no tenía la culpa de esto.