La costa está adornada con guijarros, y llegado septiembre, las olas a menudo acarician las aguas. Sin embargo, cuando las mareas están calmadas, el mar es cristalino y sereno. La playa tiene una moderada afluencia, con una plétora de cafeterías, cantinas y bares de playa. Está bien cuidada y ocasionalmente se pueden encontrar zonas de arena. Se pueden alquilar tumbonas y sombrillas para pasar un día cómodo en la playa. Los vendedores ofrecen una variedad de delicias, como carnes ahumadas, dulces, cerveza, maíz, bayas y algodón de azúcar. Para los más aventureros, hay alquileres disponibles para tablas de SUP, parapentes, bananas y paracaídas. Aunque la abundancia de actividades puede parecer atractiva, el ruido y los gases de escape de los hidroesquís pueden ser un inconveniente. No obstante, tanto los lugareños como los visitantes son relajados y pacíficos. Si buscas una escapada relajante y te has recuperado del virus Roto, esta playa seguramente te complacerá.