Disfruté enormemente de mi tiempo en la playa. La arena era prístina e inmaculada, y la playa estaba equipada con cómodas tumbonas y sombrillas. A los huéspedes se les proporcionaban toallas al presentar una tarjeta de invitado, y una tarjeta daba derecho a una sola toalla. Una sala dedicada albergaba un dispensador de agua fresca y limpia de forma gratuita para saciar cualquier sed. Para mayor seguridad, se disponía de una caja fuerte para guardar objetos de valor, con la opción de llevar la llave con uno mismo o dejarla con el personal siempre presente. Nuestra estancia en la pensión a principios de septiembre coincidió con aguas cristalinas y transparentes. Un residente local nos informó de que las aguas de la bahía suelen florecer de junio a agosto, pero a principios de septiembre, el agua se aclara. Aunque no podemos confirmar la exactitud de esta información, no tuvimos motivos para dudar del residente.