Durante nuestra visita, encontramos la playa agradablemente serena y tranquila. Era un lugar perfecto para relajarse y rejuvenecer antes de regresar a casa. Sin embargo, aprendimos de la manera difícil que no debemos molestar a las aves marinas y sus crías. ¡Son ferozmente protectores de sus polluelos, y con razón! Simplemente nos adentramos en la zona equivocada, pero aún así logramos disfrutar de la belleza de la playa sin molestar a sus habitantes naturales.