Enamorarse de esta playa es fácil gracias a su impresionante belleza. Aunque no está claro cuán concurrida puede estar durante la temporada alta, la paz y la serenidad en mediados de septiembre son inigualables. El agua es poco profunda, llegando solo hasta la rodilla, lo que la hace perfecta para chapotear y jugar. Aunque se profundiza más hacia afuera, todavía puedes caminar la mitad de la bahía antes de tener que nadar. Es como tener tu propia piscina infantil privada. Esta pequeña y tranquila playa es verdaderamente un refugio de tranquilidad. Sin embargo, prepárate para corrientes frías ocasionales. La arena es una mezcla de piedras ligeras y postes, con una profundidad de 1-2 metros. Uno de los puntos destacados de esta playa es la entrada, que está bellamente diseñada. Un encantador camino, que se asemeja a una pequeña cueva, conduce a la puerta del cielo. ❤️