El servicio de alquiler de tumbonas de playa es un completo engaño. A pesar de desembolsar 30€, no se le permite seleccionar su tumbona preferida. Para empeorar las cosas, se le obliga a sentarse junto a otros bañistas mientras las filas delanteras permanecen desocupadas. La razón detrás de este desconcertante arreglo de asientos sigue siendo un misterio, y no hace falta decir que no volveremos a esta playa en el futuro cercano.