Nuestra experiencia en la playa fue menos que satisfactoria debido a una organización pobre y un personal grosero. Al llegar, solicitamos una tumbona al recepcionista, quien nos informó que estaban ocupados y no podía garantizarnos una. Sin embargo, mencionó que si encontrábamos una tumbona disponible, podíamos usarla. Mi pareja encontró una tumbona desocupada sin ningún letrero o toalla reservada, así que nos instalamos para nadar en el mar. Cuando regresé a recoger mi toalla, encontré a un hombre ocupando la tumbona con todas nuestras pertenencias tiradas a un lado. A pesar de explicar que seguimos las instrucciones del recepcionista, nos acusó de robar su tumbona reservada y me atacó. Para mi consternación, el socorrista se unió al argumento, exacerbando aún más la situación. Era evidente que el personal favorecía al hombre local sobre nosotros, los turistas. Sintiéndonos humillados y no bienvenidos, dejamos la playa sin ningún reembolso. La gestión poco profesional aún no ha encontrado una solución a este problema recurrente.