Durante mi visita, me encontré siendo el único ocupante de la playa virgen. El ambiente pacífico y el paisaje pintoresco eran verdaderamente fascinantes. Sin embargo, la falta de instalaciones sanitarias y la presencia de numerosos perros callejeros fueron un poco preocupantes. A mi regreso de un paseo a la Sala Azul, me encontré con el Capitán Goodlife, el guía turístico, quien desafortunadamente mostró un comportamiento grosero al llamarme con sobrepeso. A pesar de este desagradable encuentro, debo admitir que su colección de impresionantes iguanas era verdaderamente notable.