La playa era una belleza absoluta, con aguas cristalinas cálidas e invitadoras. Además, no había tarifa de entrada, lo que la hacía aún más placentera. Tuvimos la suerte de visitarla durante un periodo tranquilo, y solo había unas pocas personas alrededor. Nos deleitamos con una espectacular vista de niños locales surfeando en la tarde, lo cual fue verdaderamente un espectáculo para contemplar. Sin embargo, nos decepcionó encontrar que el único restaurante en la playa estaba cerrado. No obstante, la belleza de la playa y la serenidad que ofrecía lo compensaron, y nos fuimos sintiéndonos rejuvenecidos y renovados.