Durante nuestro viaje a San Blas, tuvimos la suerte de alojarnos en esta impresionante isla. Nuestro anfitrión, Carlos, y el resto de los residentes de la isla fueron increíblemente acogedores y realmente hicieron que nuestro tiempo allí fuera inolvidable.
Nos alojamos en una de las tres cabañas de la isla, lo que proporcionó una experiencia más rústica en comparación con los hoteles de las vecinas islas de San Blas. Las cabañas contaban con pisos de baldosas, puertas corredizas de vidrio, ventanas, tres camas dobles y una mesa con sillas. Lo más destacado fueron, sin duda, las impresionantes vistas y la comodidad de poder salir de nuestra cabina y entrar en el agua. A pesar de que las otras cabañas estaban ocupadas, todavía se sentía como si tuviéramos toda la isla para nosotros solos, lo que la convertía en una verdadera escapada paradisíaca.