El paseo por la playa fue verdaderamente impresionante, pero el camino que llevaba a ella resultó bastante difícil de localizar. Desafortunadamente, no pudimos encontrar puntos de acceso claros y tuvimos que recurrir a escalar los acantilados, lo que resultó ser bastante peligroso. Alternativamente, se podría optar por un paseo en barco para llegar a la playa. Sin embargo, había una falta de información disponible, y terminamos vagando durante casi dos horas en busca de un camino hacia abajo. A pesar de nuestros esfuerzos, finalmente decidimos no arriesgar el descenso con mi peludo compañero a mi lado. Para empeorar las cosas, más tarde descubrimos que había una advertencia en vigor desde enero hasta marzo, que aconsejaba a los visitantes evitar los pinos debido a la presencia de peligrosas orugas. Tanto mi perro como yo sufrimos las dolorosas consecuencias de este descuido, lo que fue bastante angustioso. Es importante ser cauteloso al explorar esta zona, ya que hay muchos árboles para navegar. No obstante, la playa es un lugar impresionante para un paseo en bicicleta panorámico y ofrece un telón de fondo incomparable para capturar algunas fotografías memorables. Se recomienda encarecidamente que los visitantes estacionen sus vehículos en el área de estacionamiento designada antes de embarcarse en el viaje a la playa para evitar cualquier desafortunado contratiempo.