La playa es un paraíso prístino, inalterado por la intervención humana. Sin embargo, puede ser un desafío, incluso imposible, llegar a la playa con una silla de ruedas convencional. No obstante, si logras descender por la empinada carretera, el esfuerzo bien vale la pena. Además, la vista desde el estacionamiento es un destino que no te puedes perder por sí solo. Llegamos a la playa al amanecer, despertando a las 0520 para presenciar el impresionante amanecer, y fue una experiencia más allá de las palabras.