Este tesoro escondido de una playa es realmente una vista impresionante. Es un oasis verde donde se puede pasar un día tomando el sol o explorando las profundidades del océano. Mi hija tuvo una experiencia increíble buceando con los juguetones delfines, gracias al guía conocedor y paciente. El restaurante en las instalaciones sirve una deliciosa cocina, e incluso hay un bar para disfrutar de una refrescante bebida. Aunque puede que no sea la opción más económica, la experiencia bien vale el costo.
Si bien no podrás explorar todo el arrecife, hay algunos vistazos de él aquí y allá. El público está limitado a un carril de 750 metros de largo al que se puede acceder a través de puentes, perfecto para nadar, hacer snorkel y bucear. Se recomienda traer tu propio equipo, pero es posible que tengan algunos disponibles para alquilar, al menos para hacer snorkel. No hay muchas opciones de comida, pero es un gran lugar para traer tu propia comida y disfrutar de la playa. Al otro lado de la carretera, hay un estacionamiento gratuito y un supermercado donde puedes encontrar algunas golosinas. Las comodidades son limitadas, pero no es un gran problema.
Sin duda, este paraíso arenoso es mi elección principal entre todos los lugares que he visitado. La combinación de las aguas cristalinas, la atmósfera vibrante, la arena suave y el sol cálido crean un aura encantadora que persiste en mi mente incluso después de partir de Israel. Ya estoy planeando mi próxima visita a esta playa fascinante. No obstante, si decides visitarla y no alojarte en el hotel, ten en cuenta que se cobra una tarifa de 12 shekels por el alquiler de las tumbonas de playa.