Al llegar a la playa un martes por la tarde de febrero de 2020, fuimos recibidos por un paisaje desolado y sin presencia humana. Fue un crudo recordatorio de que incluso los lugares más bellos pueden ser abandonados y olvidados. El agua era, sin embargo, una cualidad redentora, con pequeñas pero poderosas olas que proporcionaban algo de entretenimiento. Al otro lado de la carretera de arena de la playa, se alzaba un extenso complejo turístico abandonado, un testimonio de la naturaleza efímera del turismo. El sonido de los niños en motocicletas corriendo por los caminos era la única otra señal de vida. Al acercarnos al restaurante al aire libre en la playa, el Furgón, el olor a pescado entero frito y arroz y frijoles se extendió por el aire. Aunque parecía tentador, acabábamos de comer y decidimos pasar. El restaurante está abierto desde alrededor de las 10:30 a.m. hasta la noche, atendiendo a los pocos visitantes que se atreven a aventurarse en esta playa olvidada.