En lugar de dirigirnos hacia Kalithea a lo largo de la costa, decidimos explorar esta playa. Nuestra visita tuvo lugar en un día de la semana a finales de julio y llegamos alrededor de las 9:30 de la mañana para encontrar la playa casi desierta. Optamos por alquilar cuatro tumbonas por un total de €20.
El terreno rocoso que rodea la playa hacía necesario el uso de algún tipo de calzado protector al entrar en el agua. Sin embargo, en la parte trasera de la playa se encontraba un café que ofrecía una variedad de bebidas frías y frutas a precios razonables.
Aunque no encontramos muchos erizos de mar, había muchas rocas en el agua, lo que hacía que las condiciones para hacer snorkel fueran excelentes. Cuando nos marchamos alrededor de la 1 de la tarde, notamos que casi la mitad de las tumbonas todavía estaban desocupadas. En general, este fue un lugar fantástico para pasar unas horas disfrutando del sol y la belleza natural de la zona.