La playa es indudablemente impresionante, con su pintoresco paisaje y su atmósfera serena. Sin embargo, el bar de la playa deja mucho que desear. Las tumbonas son bastante caras, costando una elevada cantidad de 20€ por sombrilla, y el aspecto de autoservicio parece restar valor. Además, las camas están colocadas demasiado juntas, lo que puede resultar un poco incómodo. El miembro del personal que se acercó a nosotros no era capaz de conversar en griego, lo cual fue un poco decepcionante. La calidad de las bebidas que pedimos en el bar de la playa fue mediocre en el mejor de los casos. Aunque no lo recomendaría necesariamente, si tienes un poco de dinero extra para gastar, no es la peor opción.