Esta playa fue una belleza absoluta. Tan pronto como llegamos, Martina y Antonio nos recibieron con tanto entusiasmo que no pudimos evitar sentirnos como en casa en su pequeño oasis de tranquilidad.
Y no olvidemos la escuela...
Emanuele, el gurú del windsurf, fue más que un instructor, fue un verdadero fanático. Su pasión por el deporte era contagiosa y nunca perdió la oportunidad de impartir su sabiduría. No hace falta decir que era el mejor de los mejores.
Sintiéndonos inspirados, decidimos probar el kitesurf y nos sorprendió gratamente lo mucho que lo disfrutamos. Antonio y Federico, los conocedores del kitesurf, estaban tan entusiasmados con su arte que no pudimos evitar enamorarnos de él también.
Ya estamos planeando nuestro próximo viaje antes de que termine el verano: esta playa realmente ha robado nuestros corazones.