La playa era absolutamente impresionante, con aguas cristalinas más limpias que nunca. Accesible a través de un ascensor único tallado en la roca, había tres playas diferentes para explorar. El socorrista de servicio fue increíblemente acogedor y se esforzó al máximo para asegurarse de que cada huésped se sintiera mimado y cuidado. Incluso una de las playas estaba reservada para perros, así que pude llevar a mi amigo peludo en esta aventura.
El almuerzo en la terraza fue una experiencia inolvidable, con impresionantes vistas al mar y un menú expertamente elaborado. La atenta gerente del hotel, la señora Ornella, siempre estaba allí para asegurarse de que cada huésped tuviera una experiencia impecable.
Por la noche, cenar al aire libre fue un verdadero placer, con los sonidos relajantes de un gran piano de fondo. El personal de espera estaba atento a cada detalle, y el menú estaba expertamente elaborado con un enfoque en mariscos frescos.
No puedo agradecer lo suficiente a Ornella por hacerme sentir un huésped verdaderamente especial durante mi estadía.