Al llegar a Sardegna-Costa Esmeralda, nos aventuramos a la playa como primera parada. A pesar de la multitud a las 4 de la tarde, nos sorprendió gratamente la arena prístina y las aguas cálidas y refrescantes. La playa estaba impecablemente limpia y el agua era tan clara que podíamos ver el fondo. Además, la tarifa de estacionamiento de 1,50 por hora era razonable y conveniente. En general, fue una experiencia encantadora que estableció el tono para el resto de nuestro viaje.
Esta playa es un auténtico deleite y se puede llegar fácilmente en coche. Aunque el agua puede no ser tan cristalina como en otras playas, es increíblemente serena y no tan congestionada como sus contrapartes vecinas. Además, este lugar es perfecto para observar yates, ya que hay muchas amarras justo frente a la costa.
Esta encantadora playa merece una visita, pero puede ser sabio evitarla durante el bullicioso mes de agosto.
Esta playa virgen es una verdadera joya con amplio espacio para que los visitantes se extiendan y relajen. La primera sección de la playa cuenta con un bar elegante y lujosos tumbonas, todo ello enmarcado por una fina y polvorienta arena blanca. A medida que te adentras más en la costa, descubrirás una serie de calas apartadas, algunas con piedras lisas y otras con arena suave. El tramo final de la playa está reservado para aquellos que prefieren tomar el sol desnudos. Si bien se permiten mascotas en ciertas áreas, vale la pena señalar que la playa no está muy bien mantenida y puede volverse bastante sucia. El acceso está limitado a un camino de tierra y el estacionamiento puede ser un poco complicado, así que asegúrate de elegir sabiamente tu vehículo. Gracias a su ubicación protegida, la playa está relativamente libre de viento, lo que la convierte en un lugar ideal para disfrutar del sol de verano.
Esta costa es un espectáculo digno de contemplar, pero asegúrate de llegar al amanecer, ya que hay un espacio limitado para que los rezagados establezcan su propio pequeño rincón del paraíso.