La orilla estaba impecablemente limpia, pero tenía un aspecto artificial. En lugar de la tradicional arena, contaba con pequeños guijarros que proporcionaban una sensación única al pisar. Sin embargo, lo que realmente distinguía este lugar era el océano: estaba repleto de peces. Las tumbonas tenían un precio de 2.000 lek, y las tarifas variaban según la proximidad al mar. Cuanto más cerca estabas, mayor era el coste, pero la vista justificaba cada lek.
La cocina era absolutamente fantástica y el bar era un placer con una amplia gama de opciones disponibles. Ya sea que deseara un cóctel fresco o una comida satisfactoria, este lugar lo tenía todo.
Si busca una aventura playera distintiva con comida excepcional y un bar excepcional, esta playa definitivamente debería estar en su radar.